Todo apunta a que estamos finalizando un ciclo favorable para el sector constructor e inmobiliario, el cuál ha sido desde hace años un pilar fundamental para el crecimiento de la economía española.
En estos momentos de incertidumbre en la coyuntura del sector, las empresas se ven obligadas a establecer criterios de prudencia empresarial, extremando las medidas de control de rentabilidad de los proyectos de construcción y especialmente en los inmobiliarios.
La contabilidad es uno de los instrumentos fundamentales para articular un correcto control y seguimiento tanto de los proyectos como de la empresa en sí misma, permitiendo la obtención de datos fundamentales que nos permitirán tomar decisiones acertadas a tiempo.
A partir de la publicación del Plan General Contable del año 1990, el ICAC promulgó unas normas contables específicas, primero para el sector de la Construcción en el año 1993, y después para el sector inmobiliario el año 1994.
Actualmente disponemos de un Plan General Contable vigente a partir del 1 de enero del 2008, basado en las Normas Internacionales de Información Financiera (NIFF), que establecen de forma genérica que las adaptaciones sectoriales y otras disposiciones contables deben seguir utilizándose en todo aquello que no se oponga a la nueva legislación.