Erosión y pérdida de la fertilidad de los suelos
La erosión del suelo es el desglose y posterior pérdida de la capa superficial más fértil de la tierra por la acción del agua y del viento. Se debe principalmente a la falta de cubierta vegetal o al mal uso de los terrenos para los cultivos, al labrado excesivo, al sobrepastoreo, a los incendios forestales y a la deforestación de los montes. La degradación del suelo se acostumbra a asociar también la otros fenómenos negativos como es la compactación, la salinización y la sodicidade, la pérdida de nutrientes y, en definitiva, la merma de la capacidad productiva de los suelos agrícolas y forestales.
Contaminación de las aguas y merma de sus reservas
Una gran concentración de fertilizantes y pesticidas o partículas finas provenientes de los suelos agrícolas y superficies forestales queimadas van a parar a las aguas subterráneas y superficiales de nuestra entorno. Estos nutrientes potencian el crecimiento de algas y microorganismos que alteran los parámetros fisicoquímicos del agua favoreciendo fermentaciones que dan lugar a malos olores y a la alteración del ecosistema acuático. Cuando esto sucede, se dice que el lecho sufre un proceso de eutrofización, lo que denotaría su estado más extremo de deterioro ambiental.
Respeto a las reservas de agua dulce, la ganadería y agricultura representan una importante fuente de contaminación y dos de los sectores que más cantidad de agua consumen en todo el mundo. No obstante, el agua doce es un recurso cada vez más escaso en el planeta, por lo que los profesionales de la agricultura debemos contribuir a su ahorro apostando por un uso más responsable y eficiente del agua en las explotaciones. Cada gota de agua tiene un valor incalculable que debemos preservar.
Cambio climático
Cuando hablamos de cambio climático nos referimos a la variación global del clima en la tierra: temperaturas, precipitaciones, vientos y otros fenómenos atmosféricos. El cambio climático es provocado por la acumulación excesiva en la atmósfera de los llamados gases de efecto invernadero o GEI, que retienen la energía del sol provocando la subida de las temperaturas en el Planeta.
La ganadería es origen de una parte importante de los GEI emitidos a la atmósfera, principalmente en forma de metano (CH4) y óxido nitroso (N2Lo). El primero deriva de los procesos de fermentación entérica de los ruminantes (como las vacas, las ovejas y las cabras). El óxido nitroso se genera a partir de los compuestos nitroxenados (minerales u orgánicos) del suelo agrícola, aplicados normalmente de forma incorrecta y en exceso en las actividades de fertilización.
Pérdida de biodiversidad y degradación de los hábitats
El ser humano depende directamente de la riqueza de las especies animales y vegetales que lo rodean, así como de la diversidad genética de estas ya que, aprovechadas de forma sostenible, suponen la principal fuente de recursos de las que disponemos. La biodiversidad permite mantener el equilibrio entre las especies de la fauna y la flora presentes en un ecosistema, y cada una de ellas desempeña importantes funciones.
La agricultura, la ganadería y la silvicultura, cada vez más intensificadas, tienen un especial impacto en la conservación de la biodiversidad, ya que pueden alterar el delicado equilibro de los hábitats a través de sus actividades más cotidianas.